Dilecto amigo: ¡qué alegría
me proporciona esta coincidencia!
Esta fortuita y feliz confluencia
me rejuvenece en demasía.
Y noto que, vuestra fisonomía,
manifiesta la misma complacencia
que, con una preciosa transparencia,
reluce en esta figura mía.
Porque el afecto no ha menguado
durante aquel tiempo transcurrido
en el cual no nos hemos encontrado…
¡Si hasta los recuerdos han vivido!
Por lo que queda más que confirmado
que logramos derrotar al olvido.